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Rooms of Alexandra - Imperial Bedroom

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El Dormitorio Imperial era la habitación más íntima y privada del palacio. Solo se podía acceder a ella pasando por el Salón de Palisandro y el Salón Malva.

Cuando Alexandra vio por primera vez la habitación, esta permanecía igual que hacía 20 años. Cuando sus ocupantes no estaban, las habitaciones del palacio se cerraban y los muebles y cuadros se cubrían con fundas de lona. Los objetos pequeños se guardaban en cajones o se mandaban al almacén. Algunas veces las ventanas se cubrían pon pesados postigos. Los criados estaban encargados de sacudir el polvo y limpiar estas habitaciones periódicamente pero la mayoría del tiempo permanecían cerradas, controlando las llaves el mariscal del palacio. Puede que a Alejandra le dijeran que esta sala y el Salón Malva contiguo estaban relacionadas con su familia. En un curioso giro del destino Alicia, madre de Alejandra, había visitado estas habitaciones años antes cuando estuvo en la boda de su hermano, el Duque. La habitación había sido parte de la suite de luna de miel que Alejandro II había dispuesto en el palacio para la boda de su hija María con Alfredo, Duque de Edinburgo e hijo de la Reina Victoria.

Izquierda: Detalle de las cortinas que rodeaban la cama.

Después de ver la habitación y hablar del tema con su marido y el decorador Meltzer se decidió preservarla, en gran parte, como estaba. A Alejandra le gustaba la sala y le resultaba absurdo desperdiciar dinero y tiempo en redecorarla por completo cuando la mayoría de los muebles se podían usar. De este modo, el mobiliario realizado en Rusia alrededor de 1870 se reutilizó, para lo cual fue cubierto por una espesa capa de pintura blanca esmaltada que lo hiciera más alegre y luminoso. Una gran arcada con columnas que atravesaba la habitación de un lado a otro también se pintó de blanco, y las telas y moqueta se cambiaron.

Alejandra usó una brillante tela de chintz estampada en paredes, muebles y cortinas. El diseño tenía cintas rosas cruzadas y coronas de flores sobre un fondo blanco. El efecto de usar el mismo tejido en toda la habitación se había empleado antes en Rusia, en el Palacio de Gátchina, pero la impresión era mayor en este caso debido a los colores y el entramado del diseño. Kuchumov, el antiguo director del museo del palacio-museo, decía que la tela daba a la habitación un aspecto fúnebre, con las camas colocadas como féretros delante de la pared llena de iconos. Esta, ciertamente, no era la intención de Alejandra. Para ella la sala tenía el aspecto de un jardín inglés o una carpa decorada para una boda en Junio.

Había cortinas cubriendo las dos grandes ventanas y cortinajes a juego entre las columnas de la arcada. Pesados cordones con elaborados borlones se usaban para cerrar las cortinas. La pared de detrás estaba forrada con una tela rosa clara plisada y con colgaduras en la parte superior. Esta tela se correspondía con la que forraba los cortinajes de la arcada.

La lecho Imperial estaba formado por dos camas gemelas de bronce dorado, colocadas juntas formando una gran cama doble. La colcha estaba cubierta de gamuza. Las sábanas de la Emperatriz eran de lino y algodón, con su monograma y un indicativo de que pertenecían a su dormitorio Alejandro. Durante el día la cama estaba cubierta con telas de seda, encaje y ganchillo sobre grandes cojines. Por la noche se disponían suaves almohadas y los cojines preferidos.

La cama estaba enfrente de las ventanas y detrás había cientos de iconos colgados de cordones. Muchos de los iconos eran antiguos y valiosos. La pieza central era un gran icono de la Madre de Dios de Feodorovsky, una antigua copia del icono usado para bendecir al primer Romanov cuando aceptó el trono. Otros iconos tenían cubiertas de plata(oklads) con esmaltes y piedras preciosas; algunos provenían del taller del famoso joyero Fabergé, o los célebres orfebres Jlevnikov y Ovchinnikov de Moscú.

La mayoría de los iconos le fueron regalados a la familia Imperial por importantes monasterios, iglesias y organizaciones religiosas del país e incluso del extranjero. En la parte de atrás se escribía el tema, el nombre del que lo regalaba y la fecha. Cuando Nicolás y Alejandra vivían en el palacio había menos iconos de los que se ven en esta foto, tomada antes de 1941. En tiempos soviéticos, cuando el palacio era un museo, los empleados trasladaron aquí otros iconos de la familia provenientes de las habitaciones de los niños. Estas fueron cerradas por el gobierno y entregadas a los oficiales de la Policía Secreta como cuartos de citas donde pudiesen verse con sus amantes. Otros iconos vinieron de palacios donde las habitaciones de los Romanov fueron destruidas, como por ejemplo el Palacio de Invierno. En 1941 había más de 300 iconos en las paredes. Había dos lámparas de iconos en la pared en forma de palomas que, en la época Imperial, se mantenían siempre encendidas con aceite de rosas. Durante 21 años el aroma impregnó la tela y todas las paredes del dormitorio. Nunca se apagaron hasta el 1 de Agosto de 1917, el día en que la Familia Imperial partió al exilio. Veinte años después de que los Romanov se hubieran marchado del palacio los visitantes comentaban que el aroma a rosas era todavía abrumador.

A la derecha de la cama Alejandra tenía un pequeño oratorio en la esquina, con iconos y una biblia. Una lámpara votiva se mantenía aquí tambien encendida. La Emperatriz pasaba largas horas en este lugar rezando por su hijo, Alexey, que sufría de hemofilia, y por la protección de su marido, y tenía sus velas y otros utensilios religiosos guardados en aparadores en el oratorio. Los sacerdotes venían aquí a confesar al Zar, la Zarina y su familia en el dormitorio.

A la izquierda de la cama, en la esquina detrás de las cortinas, había instalado un retrete de madera con taza de porcelana y un lavabo tambien de porcelana. Estos disponían de tuberías para su saneamiento perfectamente instaladas. Estaban tapados y rara vez se usaban, ya que la Emperatriz tenía un baño aparte en la habitación de al lado que resultaba más conveniente..

Alejandra tenía problemas para dormir y se mantenía despierta gran parte de la noche, provablemente debido a preocupaciones crónicas. De noche picaba fruta y galletas que se dajaban preparadas todos los días en una mesa auxiliar. Cuando se levantaba su mala salud hacía a menudo que no fuese más allá del diván que había delante de la cama.

 

 

Arriba: Un tocador en el dormitorio de Alejandra.

Derecha: La pared de la izquierda con los retratos familiares.

En la pared de la derecha Alejandra tenía una colección de objetos que trajo del viaje que hizo a Italia con su hermano, antes de casarse. Este viaje la llevó a Florencia, donde pasó un tiempo maravilloso y libre de preocupaciones. Su hermano la condujo a todos los lugares representativos, incluída la Galería Uffizi. Alejandra visitó tambien el convento de San Marcos, con sus pinturas de Fra Angelico. Las impresiones que percibió en este viaje la influyeron profundamente y continuaron inspirándola a lo largo de su vida. Un día este viaje inspiraría en parte el Palacio Nuevo de Livadia, en Crimea, que Nicolás y ella construirían en 1912. Mientras estaba allí compró acuarelas, copias de cerámicas de Della Robbia y una copia de una Madonna de Botticelli. Este fue uno de los pocos cuadros que siguieron a la Familia Imperial al exilio, y se colgó sobre el sofá de la Emperatriz en Tobolsk. Alejandra tenía una vitrina junto a la ventana que contenía muchas de sus piezas de Fabergé, incluso algunos de los famosos huevos de Pascua. Al lado había otra con regalos de sus hijos..

En 1941 el Ejército Nazi alemán y sus aliados españoles ocuparon el palacio, y durante el tiempo que estuvieron hicieron un asombroso descubrimiento. Donde la arcada se une a la pared encontraron un compertimento secreto escondido detrás la tela. Durante los 25 años que el palacio había sido un museo nadie encontró este escondite oculto. Esto es sorprendente, debido a las continuas búsquedas efectuadas durante años en el palacio por el Gobierno Soviético, para encontrar tesoros de los Romanov. Cada día el palacio se abría, miles de personas pasaban a unos metros del compartimento secreto, y no obstante nadie sospechó de su existencia. El ejército alemán invasor parecía sin embargo saberlo. Cuando los soldados soviéticos retomaron el palacio encontraron la caja fuerte en el muro, pero estaba vacía. Qué encontraron los alemanes en su interior? Habría joyas de los Romanov escondidas? Nadie ha revelado aún el secreto

Bob Atchison

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